Un concepto de liderazgo que supera lo competencial.
Nuestro cliente, líder en el sector asegurador, concibe la dirección de personas no solo como una capacidad organizativa y de influencia, sino también como el ejemplo emocional y ético rendido al servicio de los demás.
En una compañía multinacional de seguros, hemos realizado una nueva edición del programa de desarrollo para quienes acceden a la función directiva. Hablamos de gestión, pero sobretodo de liderazgo. La conducción de personas en pos de objetivos requiere herramientas, capacidades, método y entrenamiento. Pero también supone un compromiso personal en términos emocionales y éticos.
Por eso, en nuestros programas de formación, el primer liderazgo que entrenamos es el autoliderazgo. Y también su sentido ontológico, como ejercicio de la responsabilidad rendido al servicio de los demás. No se puede ser mejor líder que persona.
Para nosotros el verdadero liderazgo integra un filtro ético que distingue influencia de manipulación. El ejemplo arrastra. Importan las habilidades y competencias, pero aún más las emociones y los valores. Los líderes que anhelamos en Éthica son aquellos que recordamos siempre con una sonrisa y un gesto de bondad.
Cuando otros te imaginan, ¿cómo crees que te ven?, ¿cuál es el gesto que ponen en tu cara?