En Banco Santander: gestión de proyectos “Ágile”

“Desdichado el que duerme en el pasado”, decía Hesíodo, porque de él es el reino de la dilación irracional. Esto es el fruto de una realidad cotidiana que nos envuelve en una nube de compromisos que debemos cumplir, pero que dejamos de lado bajo el falso pretexto de que no tenemos tiempo para tratarlos ahora.

La presión multiproyecto y la falta de prioridad y estrategia nos sumen en un caos. Así, al final hacemos las cosas a la desesperada, cuando el tiempo nos atropella. No es lo importante lo que ocupa nuestra agenda, sino lo urgente. Las empresas comienzan a gestionar sus proyectos de manera distinta a como lo venían haciendo. Hasta ahora, las empresas se embarcaban en macro proyectos que tenían una proyección lineal de ejecución de meses, incluso años. Cuando algunos querían ver el fin, las últimas novedades ya estaban desfasadas. La rentabilidad esperada por estas empresas no coincidía, pues, con el resultado obtenido. Los plazos previstos solo eran declaraciones de intenciones. Muchos proyectos llegaban a morir antes de su final y algunos, antes incluso de nacer.

Es entonces cuando surge la necesidad de poder realizar cambios en los proyectos de manera rápida, de simplificar información y de hacer accesible y asequible el trabajo. Accesible, asequible, real y alcanzable. Urge desglosar las propuestas globales, acortarlas en pequeñas porciones –iteraciones-, para que puedan completarse y entregarse en un periodo corto de tiempo. Así es como surgen las metodologías “Ágile”, propuestas por un grupo de desarrolladores de software de Utah (USA).

En Éthica estamos formando a decenas de profesionales de distintas áreas del Banco Santander en “Ágile”. Es más que una moda: para muchos se trata de un cambio de paradigma en la gestión de proyectos, aunque en verdad esta filosofía encuentra sus antecedentes más inmediatos en la metodología SCRUM y en la “teoría de las limitaciones” de Goldratt. Más eficiente que los grandes proyectos son los pequeños y, usando la propia terminología de Goldratt, antes que un gran río caudaloso y lento, es preferible transitar por ríos pequeños y rápidos.

Las ventajas de esta nueva concepción en la gestión de proyectos son múltiples. A nivel de mercado se logra una rápida adaptación a las necesidades, se reducen los timing y se provoca una gestión eficiente del cambio. Desde una perspectiva económica, se minimizan los riesgos, se reducen las desviaciones presupuestarias, y se procuran ahorros al acercar el momento del retorno al del gasto. Y desde la perspectiva más humana de los profesionales implicados, se acelera la velocidad del trabajo y se estimula la conciencia de obtención de resultados al hacer más evidente el desarrollo incremental del proyecto, y con él, el de las personas que lo llevan a cabo.

Las entregas periódicas cada poco tiempo construyen confianza individual y colectiva. La confianza es un frágil castillo de naipes que cuesta levantar, pero los resultados recurrentes, tangibles y compartidos hacen que esa confianza opere como una sólida cadena que cohesiona relaciones. Sin olvidar nunca que la fortaleza de esa cadena equivale a la del más débil de sus eslabones.

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