Se da la paradoja de que hay quien vive discretamente, lejos del bochornoso postureo y exhibicionismo, casi en ‘silencio’, y lo hace rodeada de palabras. Hay quien vive con, por, para, en ellas. Le dan la vida y con ellas ha construido los cimientos de lo que hoy es. Esa es Mercè Roura, amante de la palabra, periodista de formación y ‘transformadora de vidas’ de profesión.
Mercé afirma que su vida no ha sido fácil. Se ha enfadado con ella y ahora está en pleno proceso de reconciliación.
1. En este proceso, Mercè, ¿cuáles son los valores que han permanecido inamovibles en tu vida, que te han hecho superar baches, plantearte retos y conseguir alcanzar tus objetivos?
Lo que permanece es la niña que quería amar y conectar con las personas. Esa está aquí. Creo que ese es mi dolor y mi gran don, sentir lo que sienten las personas y empatizar con ellas. Al final, incluso los sueños son una carga si empiezas a obsesionarte con ellos y empiezan a perseguirte porque no los consigues. Antes, leía esa frase que muchos cuelgan en redes de “no te rindas, persigue tus sueños” y me motivaba, pero al mismo tiempo me sentía culpable por no conseguirlos y pensar que me quedaba algo por hacer… Ahora pienso “haz lo que sientas y no persigas nada… No persigas tus sueños, vívelos y siente que los mereces”.
Darme cuenta de esto, de que me culpaba y reprochaba sin medida, me ha permitido seguir adelante… Eso es amarse y el amor es lo que necesitamos para salir adelante y superar retos y baches. Y para ello hay que soltar, soltar y soltar. Y aceptar lo que es. Amarlo sin resignarse, pero sin enfocarse en lo que no quieres ni hacerlo tan grande que tenga un pedestal en tu vida. Cuando luchas contra lo que no quieres, le das fuerza… Hay que dejar de resistirse y encontrar la forma de cambiarlo, cambiando tú. No sé si queda nada más de aquella persona que pensaba que la vida era lucha y que se pasaba los días intentando demostrar su valía y buscando resultados… Tal vez queden algunas cosas porque no lo borramos todo, porque esto va de desaprender y quitarse capas de encima para volver a ti… El autoconocimiento es en realidad un camino de vuelta a ti.
2. ¿Qué es lo que te ha hecho crecer, sentir y pensar de un modo distinto a como lo venías haciendo? ¿Cuál ha sido tu punto de inflexión?
Sin duda, el primero, el dolor físico. Yo llegué a esto después de quedarme parada, porque no podía con mi cuerpo. Y fue muy duro, desde muy joven, incluso desde mi infancia. Parecerá mentira, lo sé, pero he aprendido tanto de mí a través de mi cuerpo y de lo que he sentido que he acabado viéndolo como un regalo. No quiero que duela, pero me siento feliz de haber sabido darle la vuelta y aprendido de ese dolor, de haberlo usado para crecer y evolucionar gracias a mi trabajo interior…
Dicen mucho eso de que ‘no es lo que nos pasa, sino cómo lo vivimos’ y es verdad. No es que la actitud cure el reuma, es que la actitud te sirve para verlo como una oportunidad, dolorosa, pero oportunidad. Y la gestión emocional del dolor físico lo disminuye mucho. Lo he vivido y hay un antes y un después de conocerse, comprenderse, escucharse y amarse. La vida te pide que pares y si no lo haces, lo hace ella… El día que reventé de dolor, la vida me abrió un camino maravillo hacia mí. Tal vez alguien que ahora está en cama y me lea pueda pensar que no es posible y lo comprendo, pero yo he estado ahí y llega un momento en el que te sale una fuerza que no conocías y sueltas todo lo acumulado, y vives de otra forma… Y sales tú. La niña o el niño que se avergonzaba y no se atrevía a alzar la voz y dice basta y se empieza a tener respeto. Somos lo que hacemos con el dolor que sentimos… Yo lo uso para escribir y compartir, para comunicar. Para que otras personas sepan que no están solas…
3. Te gustan las personas, al lado de las cuales te gusta caminar, de su mano, para poder comprobar su crecimiento emocional. ¿Cuál es el principal obstáculo con el que te encuentras en el desarrollo de esta actividad?
Siempre llegamos al mismo lugar. No nos amamos. En mi último libro digo “no sé cuál es el problema que tienes, pero la solución es que te ames”. No nos tenemos en cuenta, no nos amamos y nos han educado para no hacerlo y para acumular un montón de creencias que nos limitan y reducen, yo la primera. Y no queremos renunciar a ese yo pequeño para encontrar nuestro yo grande, porque eso nos supone ir a rebuscar entre la basura que tenemos acumulada y hacer limpieza y duele. Y descubrimos que muchas veces nos hacen cosas que no nos gustan porque nos dejamos… Que no nos permitimos ser felices porque no creemos merecerlo… Que vamos huyendo de lo que nos asusta y eso nos obliga a caer siempre en la misma trampa. Nos convertimos en esclavos de aquello que queremos evitar. No sentimos nuestros miedos porque no soportamos ser vulnerables, cuando notar esa vulnerabilidad y descubrir que es maravillosa nos va a salvar la vida y traer la paz.
Para encontrar la paz hay que ir a tus mazmorras y encontrarte atado y liberarte a ti mismo… Ser consciente de lo que llevas años evitando vivir.
4. ¿Qué has descubierto de ti que desconocías? ¿Con qué te quedas y qué has eliminado para dejar a la luz tanta magia como desprendes?
Lo desconocía todo. Es curioso, porque no sé quién era hace unos años cuando empecé mi proceso de autoconocimiento. Y me atrevo a decir que no sé quién soy todavía, pero ya sé quién no soy, eso sí. Todo aquello que creía que era seguro en mi vida no era nada, tal vez porque nada es seguro, pero es que además el miedo mandaba en mi vida y la desdibujaba. Es como si de repente miraras tu casa y descubrieras que las paredes maestras y los pilares no son los que siempre has creído y te das cuenta de que tienes que apoyarte en lugares que no habías imaginado… Para acabar descubriendo que lo único en lo que puedes apoyarte es en ti. Yo ponía mucho empeño en hacer, en demostrar, en luchar, en obtener resultados como garantía de mi solidez como persona… Y eso no era nada, porque, si crees que vales sólo por lo que haces o lo que consigues, te estás olvidando del ser humano que ya eras al nacer. Yo pensaba que era la forma en que me defendía de los supuestos ataques que me infligía la vida y eso era una máscara que la niña triste y asustada que soy se puso, porque se sentía indefensa y desamparada. Confundía al personaje con el ser humano. Pensaba que si me dedicaba a mí no era una buena persona hasta que descubrí que, si no paras y te amas, te escuchas y te notas, jamás podrás amar a otros sin cuestionarles ni depender de ellos o hacer que dependan de ti. La verdad es que mi mundo se desmoronó ante mí como un castillo de arena y vi que no quedaba nada, que todo era una estrategia ideada por mi miedo a ser yo y sentirme vulnerable…Cuando te sientes vulnerable y lo aceptas, todo cambia. No encuentras tu luz si no eres capaz de aceptar tu oscuridad. Cuesta aceptar porque nos gusta resistirnos. Yo me he resistido mucho a todo, peleaba por todo, me ofendía por todo, mi rabia era gigante… Sin embargo, la aceptación es el primer gran paso hacia uno mismo. Y no hablo de resignarse ni de no querer cambiar tu vida, al contrario. Hablo de asumir lo que hay y encontrar esa fuerza interior para darle la vuelta en lugar de malgastarla dando golpes contra los obstáculos. Hablo de hurgar dentro de nosotros y reconocer nuestro poder, nuestras fortalezas y dones, y agarrarnos a eso para crecer. Eso es la magia.
5. Afirmas que no debemos conformarnos con vivir a medias. ¿Qué aprendizaje puedes compartir con nosotros para que vivamos plenamente?
Cuando hablo de no vivir a medias, no quiero hacer referencia al éxito sino a estar en paz contigo mismo. Para mí la felicidad es paz. Saber que estás de tu parte y que pase lo que pase cuentas contigo y te reconoces como una persona capaz de encontrar soluciones. Eso es maravilloso. Vivir a medias no es vivir sin lo que no quieres, sino vivir sin ti. Y cuando vives sin ti, nada encaja. El plato más delicioso no tiene sabor. Las relaciones no te llenan, las personas te decepcionan, el trabajo es una carga… No ves más allá de tu propia ausencia. Tenemos que descubrir que no somos nuestras circunstancias y vivir a pesar de ellas, gracias a lo que aprendemos de nosotros a través de ellas… Están ahí para eso. La vida te invita a parar y sentir. A conectar contigo y dejar de vivir en piloto automático. Cuando conectas contigo, ya nada es a medias y dejas de necesitar que todo sea perfecto porque te das cuenta de que ya lo es a su manera. Incluso tú eres perfecto, a pesar de tus imperfecciones.
Vivir a medias es pasarse la vida sin reconocerse y aceptarse, viendo lo que detestas en lugar de abrazarlo y descubrir lo mucho que puedes ofrecer y compartir. Y para conseguirlo, hay que estar dispuesto a trabajar en uno mismo y sentir. Esto va más de sentir que de pensar, en realidad. Justo en el momento en que descubres eso, eres capaz de vivir el presente y notar el sabor del plato, pase lo que pase…