Espiritualidad y empresa

Abrimos nueva década, nuevo mes, nuevos comienzos. Dejando atrás lo viejo… abriendo los brazos a todo lo que nos quiera llegar.

Planteándonos nuevos retos y preguntas…

Creemos que es interesante concebir la empresa desde un enfoque holístico, teniendo en cuenta cada pilar fundamental en ella… y, ¿No es la espiritualidad parte de ésta?

Para Ethica, la espiritualidad es contemplar y mirar al ser humano y a la empresa más allá de lo que se ve a simple vista. Encontrar la importancia de lo implícito en lo explícito y el propósito principal de la organización.

Argandoña escribió para el Blog de IESE (Business School University of Navarra) un artículo titulado ¿Hay un lugar para la espiritualidad en la empresa? En el cuál concluye lo siguiente: “Para el trabajador o el directivo, lo que aparece, en primer lugar, es la evidencia de que, con frecuencia, el trabajo no contribuye a hacer más humana la vida del trabajador; al principio le ofreció la satisfacción de sus necesidades materiales, a costa, quizás, de elementos intangibles, como la satisfacción, las relaciones sociales, el sentido de su tarea o su inclusión en una sociedad más amplia, pero también esos elementos han fallado con frecuencia. Y esto no es sino el reflejo de lo que pasa en la sociedad en su conjunto: la conciencia creciente de que las dimensiones económicas y materiales no son suficientes para hacer la vida y la sociedad más humanas. La conciencia de esas carencias, en el trabajo, en la organización y en la sociedad en su conjunto, ha puesto de manifiesto, por contraste, lo que falta en el trabajo, en la empresa y en la sociedad: una visión completa de la persona, que tenga en cuenta todas sus dimensiones y necesidades, su historia, su entorno y su desarrollo. La espiritualidad en el trabajo me parece que es, pues, una respuesta parcial a ese problema. Completar el trabajo con la espiritualidad es, desde luego, un arreglo, pero incompleto, mientras no tenga en cuenta toda la riqueza antropológica de la persona que trabaja.” (Argandoña, IESE Blog, 2013)

En favor a este autor, Rafael Alvira determina en sus palabras: “Un directivo que no tenga en cuenta la dimensión espiritual de él mismo, de su organización y de sus empleados, no puede ser un buen directivo, porque está dejando algún cabo suelto en el funcionamiento de la empresa, en particular la atención a las legítimas motivaciones de sus empleados, que pueden ser un deber de justicia de la empresa para con ellos, pero que, además, vienen exigidas por la necesidad de contar con ellos para sacar adelante los objetivos de la empresa, en la actualidad y en el futuro. Olvidar la dimensión espiritual de sus empleados no es un descuido menor: es estar ciego para una parte de la realidad que le debe interesar como directivo.” (Alvira, 2000)

Si hace dos décadas ya se consideraba importante la espiritualidad en la empresa, actualmente, como organización tenemos un reto para con los consumidores/trabajadores/socios/colaboradores… para que sientan cubiertas sus necesidades no sólo físicas sino también que puedan trabajar en un ambiente que apoye y desarrolle cada ámbito de su persona.

Hablamos de un enfoque holístico de la empresa.

Las empresas no son meras servidoras de servicios, hay mucho corazón e intención detrás de cada proyecto. Y si esto no se cumple, es responsabilidad de cada uno de nosotros poner un poquito de corazón detrás de cada acción, de cada palabra y de cada proyecto.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *