El error no es un fracaso. Ni es dolor, ni decepción, ni frustración, ni desánimo… Equivocarse y reconocerlo es lo más inteligente que el ser humano puede experimentar. Nos sentimos fracasados cuando nos adueñamos de los éxitos de los demás -de sus parejas, de sus trabajo, de su situación económica-, comparándonos con ellos, sin darnos